jueves, 21 de marzo de 2013

Motorcycle de Balenciaga

 El modelo comúnmente conocido con estos tres diferentes nombres: Le Dix, Lariat y Motorcycle. No me preguntes el porqué de los tres nombres pero es así, de momento nos quedamos con este dato curioso. Parece que el nombre más oficial es Le Dix (el diez) – número fetiche de la casa-. Balenciaga también tiene una fragancia que se llama Le Dix. 
Nicolas Ghesquiere diseñó el bolso en 2001 y desde el primer instante se convirtió en una bomba, y en emblema de la firma y de miles de celebrities que, por cierto, lo tienen a pares en diferentes colores y tamaños. El diseño está inspirado el la ropa de los motoristas. Como curiosidad: este bolso fue el primero en el mundo de la moda en tener una larguísima lista de espera, así que como tú comprenderás no les compensa dejar de hacerlo. No es plan de ponerte más de Nicole Richie, pero te aseguro que tiene el bolso en más colores todavía. Además, como puedes ver, hay veces que no se sabe decidir por el color y lleva dos: uno en cada brazo -menos mal que no tiene más brazos- . ¡Estas chicas son la leche!
Ya ves que Nicole no era la única: Kate Moss no se podía perder su cita con Balenciaga, aunque ella opta por un tamaño mayor, tipo weekend. Fergie, la cantante de los Black Eyed Peas, también luce Balenciaga negro.
fergie-balenciaga-motorcycle

Motorcycle de Balenciaga existe apenas desde el 2001, pero eso no le ha impedido convertirse en un `must have
Este clásico todavía lo puedes conseguir en la pagina de Balenciaga su precio es de $1,745.00 a destacar, la variedad de colores que tiene esta línea y a su cómodo diseño.








Historia 
 Con la creación del museo consagrado íntegramente a un solo diseñador de moda, finalmente su natal España, rinde homenaje a un personaje, sin el cuál, la historia de la moda del Siglo XX no estaría completa: Cristóbal Balenciaga. Su legado no ha dejado de estar presente desde el 2010 con exposiciones alrededor del mundo, que muestran  las conexiones intrínsecas de su trabajo como couturier y la relación con su entorno, sus obsesiones y su manera de entender el cuerpo.

El arquitecto de la alta costura finalmente tiene un espacio consagrado en Getaria, País Vasco, España. Con el Cristóbal Balenciaga Museoa, la fundación presidida por Hubert de Givenchy, el Ayuntamiento de Getaria y el Ministerio de Educación y Cultura abren las puertas al universo de la Casa Balenciaga.

El maestro de todos ellos: Cristóbal Balenciaga


Hoy Balenciaga es tendencia declarada para el Invierno 2011. Con la creación del museo consagrado íntegramente a un solo diseñador de moda, finalmente su natal España, rinde homenaje a un personaje, sin el cuál, la historia de la moda del Siglo XX no estaría completa: Cristóbal Balenciaga. Su legado no ha dejado de estar presente desde el 2010 con exposiciones alrededor del mundo, que muestran  las conexiones intrínsecas de su trabajo como couturier y la relación con su entorno, sus obsesiones y su manera de entender el cuerpo.

Si Saint Laurent fue “tema” de las colecciones de verano, el universo Balenciaga es recurso de  inspiración para las colecciones de Otoño Invierno 11-12, no en balde ha estado en boca de todos con exposiciones que van desde Nueva York, San Francisco y España.
El arquitecto de la alta costura finalmente tiene un espacio consagrado en Getaria, País Vasco, España. Con el Cristóbal Balenciaga Museoa, la fundación presidida por Hubert de Givenchy, el Ayuntamiento de Getaria y el Ministerio de Educación y Cultura abren las puertas al universo de la Casa Balenciaga.

De dimensiones extraordinarias, cuatro plantas, seis salas y para empezar 90 seleccionadas de las más de 1,200 piezas que bajo custodia de la Fundazio han sido donadas, cedidas, algunas con carácter institucional otras más de carácter privado, el Museo Cristóbal Balenciaga apuesta por “convertirse en un centro con vocación didáctica, divulgativa e investigadora  en torno a la figura del modisto”, aseguró la institución en un comunicado.

Tuvieron que pasar 24 años desde la celebración del 50 aniversario de la casa fundada por Balenciaga en París, para que los diversos agentes unieran fuerzas y se planteara una estrategia real y económica para difundir el trabajo del guipuzcoano. Hoy es una realidad y mucho se debe en parte a la figura que hasta sus días es, uno de sus grandes discípulos, Hubert de Givenchy.
Su Historia
Cristóbal Balenciaga Eizaguirre, nace en Getaria, Gipuzkoa, el 21 de enero de 1895, de padre pescador y madre costurera. José Balenciaga, muere cuando Cristóbal tenia 11 años, a partir de entonces, Martina Eizaguirre, se hace cargo de sacar adelante a la familia, siendo éste momento, cuando un joven Balenciaga, aprende el oficio gracias a su madre. Poco se imaginaría que en su vida se cruzaría Blanca Carrillo de Albornoz y Elio, Marquesa de Casa Torres, su mecenas y una figura imprescindible en el imaginario del entonces adolescente.

La Marquesa, quien era la mujer más prominente de Getaria, encontró en Cristóbal su ferviente admirador, y ésta al preguntarle por su madre, el respondió si podía hacerle un vestido. La Casa Torres, perpleja, aceptó y dejó que Balenciaga copiara sus vestidos parisinos a sus 13 años, al notar en él interés en la costura y una sensibilidad nata para la estética. La alianza estaba hecha, a partir de entonces ella sería su mejor prescriptora a un mundo en el que Cristóbal Balenciaga, no pertenecía, la aristocracia y las Casas Reales que veraneaban en el País Vasco.
Hacia 1907 se traslada a San Sebastián, para perfeccionar el oficio de sastre y trabaja en algunos de los mejores establecimientos del momento como Casa Gómez y New England, aprendiendo a realizar trajes para eclesiásticos. Seis años después es jefe del taller de confecciones para señora de los grandes almacenes Au Louvre en la misma ciudad, y gracias a éste trabajo sus visitas a París son constantes. En aquél momento es cuando en sus viajes devora las colecciones de Doucet, Worth, Drecoll, entre otros, su percepción de la elegancia internacional se agudiza, conoce a la clientela, observa y aprecia los tejidos.

La historia empieza a concretizarse, y el futuro del modisto está en marcha. Es el año de 1918 y funda en San Sebastián su primera casa de costura Balenciaga & Cia en una alianza comercial con Benita y Daniela Lizaso. Disueltos los seis años de compromiso emprende carrera en solitario instalándose en 1924 en el número 2 de la Av. Libertad. Durante todo este periodo de esplendor para Balenciaga, sus diseños eran comprados por la monarquía y por clientela aristócrata, como La Reina María Cristina y la infanta Isabel Alfonsa, entre otras distinguidas damas de la familia real y la corte, quienes usualmente transitaban por San Sebastián y Biarritz.
Al proclamarse la Segunda República Española, la casa Balenciaga sufrió las consecuencias del exilio de prácticamente toda su clientela y por razones evidentes tuvo que replantear el negocio. Rebautizó su casa de costura como EISA, y de ésta manera, se desvinculaba parcialmente de sus anteriores mecenas y compradores, y también podía atraer a una nueva clientela que comprase sus diseños.

En 1934 abre una sucursal en Madrid, y al año siguiente en Barcelona, sin embargo ante el inminente estallido de la Guerra Civil Española, Balenciaga cierra sus tres casas de costura y abandona el país.
Por un breve período en Londres (tenía una obsesión por la sastrería inglesa), se instala finalmente en París, en donde gracias a una sociedad creada con el vasco Nicolás Bizcarrondo y Vladizio d’Attainville,  -de quien se dice fue su gran amor- se instala en el numero 10 de la Avenue George V, con un capital de 100,000 francos. Nace en verdad la casa Balenciaga, su gran aventura en Francia y en la misión de resucitar el esplendor de la alta costura, llegando a ser la casa más cara de todo París. Cristóbal, pronto conocería el éxito y todo el mundo conocería su visionaria ideología sobre el oficio, “Un couturier debe ser arquitecto en los planos, escultor en las formas, pintor en los colores, músico en la armonía y filósofo en la medida”.

“El Picasso de la moda”, según Cecil Beaton, mucho daría de qué hablar en los años posteriores. Coco Chanel afirmaba que era el único que podía construir un vestido de principio a fin con sus propias manos, y Christian Dior, su antagonista laboral y más ferviente admirador, pensaba que siempre iba por delante de la moda “Con los tejidos, nosotros hacemos lo que podemos, Balenciaga hace lo que quiere”.

Gracias a su devoción por el corte, su trabajo está centrado en varios apartados, pero sus obsesiones más latentes eran la construcción mangas y cuellos perfectos. A él se debe la introducción del tema español en la Alta Costura, con inspiraciones desde el arte de Velázquez, Goya y Zurbarán, la cola flamenca, los volantes, los colores brillantes, encajes y mantillas, el universo taurino y sus bordados, sus orígenes vascos, los pescadores, el luto de las viudas con una austeridad negra y claramente referenciada a la indumentaria religiosa.
El trabajo que Cristóbal Balenciaga produjo y el patrimonio que ha dejado habla de una herencia en el oficio de la costura, el patronaje y los cortes.

La gestión histórica del patrimonio cultural siempre ha sido objeto de debate, y ésta vez no podía ser la excepción. El escándalo iniciado por la denuncia de gestiones irregulares del antiguo alcalde de Getaria, Mariano Camio, donde inclusive se especuló sobre el paradero de piezas catalogadas. La misma historia de siempre, “los regalos”, historias sobre corrupción y política. El trago amargo fue para la Fundación, un golpe en el 2008 que terminó con el replanteamiento de algunas instituciones para analizar realmente la viabilidad del proyecto.
Y fue así como el presupuesto se hinchó hasta llegar a los 30 millones de euros, mismos que la Ministra de Cultura Ángeles González-Sinde asegura servirán para realizar un “Efecto Bilbao”, reactivando el turismo que representa un 47 por ciento, la pesca un 30 por ciento y el resto, la industria local.

Salvando las distancias y las épocas, que pretendamos asegurar que el efecto se repetirá, creo que vamos muy sobrados y aunque en papel y discurso quede muy bien para justificar el gasto público –que lo hay-, el trabajo de Balenciaga es prácticamente desconocido para la mayoría y por origen nada democrático, basta recordar su afán de vestir sólo a las pura sangre, sin embargo, sí es un buen referente y foco de oportunidad para dar a conocer al gran público al único made in Spain, pero no ambicionemos.
La discusión es sencilla, Cristóbal el hombre, es originario de España y es más que justo que su país le rinda homenaje con un museo, sin embargo la marca Balenciaga no lo es. Cristóbal es made in Spain, Balenciaga es made in France, hablamos de Balenciaga París.
Inmaculada Urrea, historiadora de moda y experta en branding afina el fenómeno, “La marca Balenciaga sin París, no perduraría, el simbólico asociado es muy grande. En ella, el pilar del imaginario es la alta costura y su idea de la arquitectura del vestido, junto con todo el imaginario español que puso en danza. El verdadero lanzamiento de la marca ocurrió en París. Nunca hubiera sido el mismo si no hubiese emigrado. Tenemos un claro ejemplo: Pertegaz.”
Hoy la marca es otra historia más de holdings, Nicolás Ghesquière que en un principio no tuvo acceso a los archivos de la casa gestionó colecciones nada coherentes, amén del vergonzoso episodio Kaisik Wong del 2003 y el chaleco de retazos. Sin embargo se reivindicó en el 2004 con una línea de archivo con detalles de alta costura y después de varias colecciones aún en la incógnita, eligió -o estratégicamente sus mecenas eligieron- un  homenaje en el prêt-à-porter de Febrero 2006 con puntualidad rigurosa, que no era más que el previo a la exhibición de la marca en el Museo de la Moda y la Industria Textil de París.

Aquella semana de la moda presentó una colección con tintes muy familiares, como los trajes sastres de tweed, fijación en cuellos y faldas acampanadas, vestidos tubo, chaquetas rectas de mangas raglán, estructuración en las faldas con nuevos volúmenes, la clásica manga tres cuartos  y los botones esféricos, que remiten a una época, pero sobre todo a él y sus creaciones inmortalizadas en fotografía.
Con el paso de los años, recuperando memoria de la casa, prendas icónicas y archivo de Cristóbal es posible que hayan dado en el punto justo entre el rigor en la construcción de las prendas del pasado, y el toque comercial; que si Balenciaga se levantase de su tumba y viese un bolso llamado Motorcycle firmado por su apellido colgando de una seudo-celebridad, probablemente se moriría de nuevo. No supo avanzar, para él ya era demasiado tarde, no puedes cambiar a un hombre que el sistema de la alta costura ha sido su vida.
Sin embargo, la gran ironía es que el más conservador de los diseñadores, al anular la cintura  y quitar todo tipo de superficialidades a los vestidos sembró en Courregès la pieza final del puzzle para el patrón del Space Age de 1965, lo que a su vez dio a los mods londinenses, un patrón para la minifalda. Aquel diseñador ultracatólico y gay, aquel que vestía a las madres y no las hijas, contra su voluntad se convirtió en el “padre” de la revolución juvenil.

La vida de Balenciaga siempre está llena de contradicciones, ya que vivía su relación sentimental abiertamente con d’Attainville, pero le horrorizaba lo público, la prensa y el escándalo que Dior hacía del sistema moda. Incluso, sabemos de sobremanera que no fue Dior quien esbozó la silueta pecho-cintura-cadera, ya existía la sombra en algunos diseños de Balenciaga en 1938, pero al final, Christian se llevó el crédito, llevando la línea Corolla- rebautizada “New Look” por Snow, a resucitar la industria de la alta costura parisina. Le dolió en el alma.
El legado de Cristóbal es indiscutible como patrimonio de la historia de la moda, desde su concepción y su visión del cuerpo. Mientras Chanel pregonaba la practicidad y la utilidad de la prenda, y Vionnet modelaba el cuerpo y lo respetaba, en Balenciaga la historia es diferente. No solamente era un innovador en la técnica y en los materiales, sino en la silueta, desde la línea túnica, la línea barril, la línea globo, la saco, o la babydoll, la única costura o prescindiendo de ellas con el asimétrico vestido de punto entallado con dos pinzas sujetado en los hombros.

Al final de su carrera, se vuelve más enigmático, alejándose del interés por cubrir o vestir el cuerpo, sino más bien tratarlo como un recipiente de abstracciones, vistiendo a la mujer sí, pero como elemento sustentable de una estructura geométrica. Ya lo decía, las mujeres no tienen que ser perfectas, mis vestidos lo harán por ellas.
Con la exposición en San Francisco en el Young Museum curada por Hamish Bowles, tuvimos Balenciaga en su máximo esplendor, dividiendo la carrera y generando temas. El arte español, la danza, los toros, la corte española, vestidos regionales, y vida religiosa, siendo ésta una de las mejores retrospectivas jamás montadas sobre el diseñador.

El Cristóbal Balenciaga Museoa está abierto al público, y el equipo de gestión listo, así como su comisaría Miren Arzalluz y autora del libro “Cristóbal Balenciaga: la forja del maestro”, que promete mucho más para el espacio, y ellos apenas empiezan el camino por recorrer.
La piedra finalmente está de pié en España, en la playa de Zarautz, en pueblo pesquero de Getaria, donde el mito finalmente tiene su lugar y su origen, a pesar del tiempo.


¿Quién lo lleva mejor?





kate5
 Nicky Hilton 
Hilary Duff

Pincha aqui para ver su web


 Y si quieres saber mas pasate por nuestro foro