miércoles, 28 de marzo de 2012

Loewe

El “cangrejo”con más historia se llama Loewe

 




Tradición, pasión por la calidad y un saber hacer artesanal han sido los distintivos de la firma Loewe desde que el apellido alemán, cuya sola pronunciación evoca lujo, echara raíces en España a mediados del siglo XIX.

En1846 unos artesanos españoles montaron un taller de trabajos en cuero en la madrileña calle del Lobo (rebautizada de Echegaray en honor al Nobel). Entre los artículos más destacados había estuches de marroquinería, monederos, marcos y, fundamentalmente, carteras y petacas para guardar tabaco. En1872, pasó por allí un joven alemán especializado en el trabajo con cuero, Enrique Loewe Roessberg, que había recalado en Madrid atraído por la creciente pujanza de la capital. Seducido por la maestría de la plantilla (una docena de empleados, entre carpinteros, forradores y barnizadores) decidió asociarse con sus propietarios, José Silva y Florencio Rivas.


Nunca pudo imaginar lo que hoy es una realidad: Loewe, que facturó 49 millones de euros en 2000, tiene una red de 111 puntos de venta exclusivos en todo el mundo, tres fábricas propias y1300 empleados. A lo largo de sus 156 años de historia, esta empresa de moda especializada en accesorios de piel ha mantenido el sueño de la perfección gracias al empeño de cuatro generaciones familiares.

Desde 1995 pertenece a la gran multinacional del lujo LVMH (Louis Vuitton-Moët Hennessy), dirigida por Bernard Arnault, propietario de marcas como Dior, Fendi, Vuitton, Hennessy y Tag Hauer. Aplastado inevitablemente por el rodillo de la globalización, el cangrejo (como se conoce a las cuatro eles del logotipo de la casa) se ha enfrentado en estos siete años a un difícil reto: crecer en el exterior sin perder sus señas de identidad.



De talante emprendedor, el bisabuelo de la saga Loewe, que agrupó talleres e introdujo el concepto de fábrica, nació en 1844 en la ciudad alemana de Kassel. Estaba casado con Clara Hinton, de ascendencia británica, con la que tuvo dos hijos, Julia y Enrique. Gracias a los encargos de la noble clientela, entre los que destacaban los pedidos del duque de Osuna, el taller fue ganando renombre. Cuando, en 1892, el local se trasladó a la calle Príncipe, cerca de la Puerta del Sol, el negocio contaba con 24 operarios, tres obreras, dos cortadores y un mozo. En la fachada, un cartel anunciaba la marca al gran público. Tras enviudar, Enrique afrontó la expansión en solitario. Su hijo, que estudió en Alemania, estaba integrado en el negocio. Por su parte, Julia emparentó con la familia alemana Mahou (fundadores en1890 de la gran cervecera madrileña), desvinculándose de la empresa.

En 1905 Loewe fue distinguida como Proveedor de la Casa Real. Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg eran clientes habituales. Sus compras incluían marcos de ecrasé rosas, cajas de alhajas en piel de tafilete, bolsos, saquitos para automóvil en piel Victoria... En las facturas de la época se puede leer: “Fábrica de artículos de piel E. Loewe. Príncipe, 39 (al lado de San Ignacio). Teléfono1810. Man sprinch deutsch. On parle français. English spoken. Casa fundada en1 846”.

En la primera década del siglo XX, Enrique Loewe Hinton se convirtió en el apoderado de su padre, asumiendo las responsabilidades de la empresa. A él se debe la idea del retailing, la venta al por menor en la tienda, que siempre estuvo integrada en la fábrica. En 1910, cuando se acomete la electrificación de los talleres, se inauguró el primer establecimiento en Barcelona, en la calle Fontanella, al que sigue otro en Fernando, 30. Tras divorciarse de Pilar Alonso, el abuelo de la saga, Loewe Hinton, se casó con Ida Knappe Müller, de ascendencia alemana y recién llegada a Madrid, con la que tuvo cuatro hijos: Enrique, Carlota, Germán y Luis, muerto prematuramente.

La querencia por lo exótico en esta primera década, reflejada en las telas de Mariano Fortuny o en los bailes de Mata Hari, no afectó demasiado a Loewe, que continuó afianzada en su clasicismo. En el nuevo taller de la calle Barquillo, esquina con San Marcos, seguían fabricándose estuches, encuadernaciones de lujo, bolsos (que cobraron en la época gran relieve como complemento), maletas y bolsas de viaje. El lema comercial “Loewe, fiel a la piel”, creado en1905, seguirá vigente hasta el primer cuarto de siglo. A la muerte del fundador, en 1929, le sigue la de su hijo, en 1934, con 55 años, dejando viuda a su tercera mujer, Eduvigis Zinterra, también alemana. El recambio generacional debe hacerse de forma abrupta: el joven Enrique Loewe Knappe, huérfano a los 22 años, abandona sus estudios de Exactas en Stuttgart y regresa a España para ponerse al frente de la empresa.

Durante la Guerra Civil, la fábrica de Barquillo es militarizada y la producción de cuero se limita a cartucheras, correajes y similares. Tras el paréntesis fratricida comienza un nuevo periodo de expansión y, en i939 se inaugura nueva tienda en Gran Vía, 8, un local alquilado antes de la guerra, única posesión de la familia junto a un atril de violín. Ajenos a la precariedad de la posguerra, los extranjeros que se alojaban en el Hotel Roma y tomaban cócteles en Chicote encuentran el toque de distinción tras las cercanas vitrinas de Loewe.

Enrique Loewe Knappe, que en la actualidad tiene 90 años y está considerado como el gran empresario de la saga –creó las bases de una estructura fabril y se lanzó a la expansión internacional–, se casó con Olivia Lynch Creaven, de ascendencia irlandesa, con la que tuvo dos hijos: Enrique y Margarita, nacidos en 1941 y 1943, respectivamente. Tras sufrir la incautación republicana, el taller de Barquillo no estaba preparado para responder a la producción y se optó por montar una serie de pequeños talleres que se convirtieron en escuelas artesanas del trabajo en piel.

LOS ESCAPARATES
En 1940, cuando la tienda barcelonesa de la calle Fernando se traslada al Paseo de Gracia, los hermanos Loewe Knappe se separan: Enrique se responsabiliza del negocio en Madrid y Germán se ocupa de Barcelona. Con el fin de conseguir las mejores pieles para sus productos se inaugura una estratégica tienda en Tánger. Mientras tanto, se contrata al modisto de alta costura José Pérez Rozas, que pasa a ser el creador de bolsos de la casa.

Su gran contribución fueron los escaparates, elegantes obras de arte efímero que se convierten en todo un espectáculo. La expansión comercial por diversas provincias españolas no altera el proceso artesanal: curtido vegetal lento con extractos de corteza de árbol; tintaje con anilina; cuidado diseño a partir del cual se realizan seis o siete prototipos; supervisión del equipo de creadores y, finalmente, la producción. Un proceso que tampoco se verá alterado con la creación, en1951, de la sociedad Loewe, S.A, de la que formarán parte los hermanos Loewe y varios socios capitalistas. La década de los 60 arrancó con una renovada concepción de las tiendas –la inaugurada en la calle Serrano en 1959 modificará por completo la imagen de los establecimientos de lujo–, de la mano del arquitecto Javier Carvajal. Su diseño respondía a una sensibilidad de corte nórdico (ladrillo visto pintado de blanco), suavizada con madera de nogal, más cálida y española. Carvajal introdujo a su amigo, el diseñador Vicente Vela, cuya contribución será tan decisiva como la que tuvo Pérez Rozas en la posguerra. Por primera vez la piel se presentó en diversos colores.

En1963 se introdujo el prêt-à-porter de firmas como Dior, junto a pañuelos de seda natural, los objetos artísticos en cristal de Murano o las maletas Samsonite. Aunque su fama sigue cimentándose en la estuchería de lujo y en los bolsos, en la costura se limita a la especialidad en la que es líder de mercado, la piel. En 1969, Loewe Knappe cumple un sueño: abre un gran local en la calle Old Bond de Londres. Los duques de Windsor se convertirán en clientes asiduos.


A DISGUSTO. Enrique Loewe Lynch, representante de la cuarta generación de la saga, se incorporó a la empresa en 1965, al igual que sus primos Germán y Juan, hijos de Germán Loewe. Desde la adquisición de Loewe por el grupo francés LVMH, en 1995, ningún miembro de la familia tiene participación accionarial en la firma. No obstante, Enrique es presidente honorario –“me siento orgulloso de aportar un nexo entre el pasado y el futuro”, asegura– y compagina su puesto con la presidencia de la Fundación Loewe.

Desde su despacho en el palacio de Miraflores, situado en la madrileña Carrera de San Jerónimo, este hombre de formación humanista recuerda sus difíciles comienzos en la empresa: “No me gustaba el negocio, pero estudié Económicas para ser útil al proceso. Entré con gran disgusto, y eso demuestra mi inmadurez, porque a lo largo de mis 35 años en esta casa he llegado a ser una persona satisfecha y realizada. Hoy me considero una criatura de Loewe”. El último bastión familiar tiene 60 años, está casado con María José Bonete y tiene tres hijas: Oliva, Silvia y Valeria, desvinculadas de la empresa. El lujo, según Enrique, “tiene que ver con el refinamiento, la autenticidad y la búsqueda de una razón estética. No es lo opulento, lo caro, lo inasequible. En nuestro caso, es algo que los demás distinguen y eligen”.

Este lujo artesanal adquirió forma de cangrejo a partir de1970, año en el que Vicente Vela creó el famoso logotipo de la casa. Hasta la muerte de Franco, en 1975, la firma se centra en tres apartados: expansión comercial, creación de un prêt-à-porter propio (encarga modelos exclusivos a diseñadores como Giorgio Armani, Karl Lagerfeld y Laura Biagotti) y la renovación de bolsos, de la mano de Darío Rossi. Fruto de este último encargo, en1974 nació la colección Ante Oro. Presentada en tres materiales (ante, napa y astragalina), el nuevo modelo de bolso, el Amazona revolucionó el clasicismo de la línea. Hoy sigue siendo el accesorio más emblemático de la casa. En esta década destacan también las creaciones de pañuelos de seda y las de perfumería.

En 1972 apareció la colonia L de Loewe y, en 1974, la fragancia masculina Loewe pour Homme. Con la apertura de la tienda en Hong Kong, en i976, la empresa inició su expansión en Extremo Oriente. Dos años después, Loewe contrató al diseñador italiano Renzo Zengiaro, creador de los bolsos blandos, sin estructura, que experimentará con la napa (piel de cordero) en la colección Napa de 1979. La década de los 80 estuvo marcada por la presencia del PSOE en el poder. “Hasta entonces Loewe era un club privado: su clientela fija estaba formada por la alta burguesía y destacados dirigentes del Gobierno. Pero enseguida hubo una voluntad de apertura y la firma empezó a democratizarse”, explica Silvia Alexandrovich, que trabajó como relaciones públicas de la empresa entre 198i y 1984.

En febrero del 83 la empresa vivió una sacudida con la expropiación de Rumasa. La reprivatización del holding de Ruiz Mateos dejó a Loewe con un 60% de capital español y sólo un 2% simbólico en manos de la familia. Los nuevos accionistas decidieron el cierre de la tienda que acababa de abrirse en la Quinta Avenida de Nueva York, lo que acarreó unas pérdidas de tres millones de euros (500 millones de pesetas) y frenó la expansión en EEUU. “Fue una etapa de gran inquietud, y todavía siento nostalgia por lo que pudo haber sido y no fue”, reconoce Loewe Lynch, quien, no obstante, pasó a ocupar el cargo de presidente de la empresa en 1982. Dos años después, una nueva sociedad, encabezada por Louis Urvois, presidente de Estée Lauder Internacional hasta ese momento, adquiere la firma.

Pese a la oposición de Urvois, en1987 los socios suscriben un acuerdo con Louis Vuitton, miembro del grupo francés LVMH. El artista Gustavo Torner se encargará a partir de ese momento de crear la nueva imagen de los establecimientos, poniendo énfasis en su identidad española. La reforma alcanza a pañuelos, corbatas, bolsos (las nuevas líneas son Andalucía, Caza-Cordován y Barcelona) y perfumes (nacen Aire de Loewe y Esencia para hombre). A la vista de los buenos resultados del prêt-à-porter para mujeres se abre la línea para caballeros. En España, la renovación de la moda está protagonizada por Adolfo Domínguez, Sybilla, Antonio Miró, Ágatha Ruiz de la Prada, Vittorio y Luchino, Jesús del Pozo, Roberto Verino... “Loewe fue pionera en apoyar a los diseñadores y jugó un papel decisivo en la imagen de moda de España, la modernizó y le dio valor fuera de nuestras fronteras”, señala Carmen Valiño, relaciones públicas de Loewe entre 1984 y 1992 y actual encargada de Guerlain y Veuve Clicquot, dos marcas emblemáticas de LVMH. La firma española se abre a la sociedad y emana cultura. “Conseguimos acercar a distintas tribus. En primera fila de Cibeles juntamos a la burguesía de ¡Hola! con gente como Félix de Azúa, Almodóvar, Mercedes Milá o Javier Sádaba”, añade Valiño.

LA FUNDACIÓN
En 1988, con el fin de promocionar a jóvenes talentos de la música, la poesía y el diseño nace la Fundación Loewe, presidida desde el principio por su promotor, Enrique Loewe Lynch. “Durante estos i5 años he intentado que la Fundación fuese un instrumento para la empresa a la hora de difundir cultura, tradición y diseño”, dice. Entre sus principales actividades están el patrocinio del Premio Internacional de Poesía y el Concurso de Piano Infanta Cristina. Loewe Lynch considera que fue útil en un momento de transición: “Mi gestión más eficaz y constructiva abarca del 70 al 82. Compartí la idea de que Loewe tenía que dejar de ser una casa de regalos y de artículos de piel e introducirse en la moda. Me involucré en los primeros perfumes y coordiné la imagen, producto y decoración de las tiendas”. Escritores, pintores y filósofos fueron convocados como asesores estéticos de la firma. “Enrique quería reforzar la españolidad. De ahí salieron las gamas de pañuelos con motivos de Velázquez o el frasco del perfume Gala, con forma de menina”, recuerda el escritor Luis Antonio de Villena, uno de aquellos asesores.

El año1996 marcó una inflexión en la historia de Loewe, pues a partir de ese año pasó a formar parte del grupo internacional Louis Vuitton-Möet Hennessy (LVMH) dirigido por Bernard Arnault. La estrategia de este francés de 52 años, apodado Terminator, es clara: comprar compañías prestigiosas que atraviesan crisis y sanearlas. Su imperio del lujo está constituido por más de 50 sociedades, entre las que destacan Loewe, Louis Vuitton, Givenchy, Christian Lacroix, Guerlain, Kenzo y Donna Karan, con 250 filiales en todo el mundo y 33.000 empleados. En 1997, el diseñador Narciso Rodríguez se hizo cargo del prêt-à-porter de Loewe. Durante estos últimos cinco años impulsó el cambio de imagen de la firma, basado en un nuevo concepto minimalista. Un cambio nefasto en opinión del experto en moda Carlos García Calvo: “Narciso nunca encajó en el equipo español, le pusieron a trabajar con piel cuando no tenía ni idea. En los últimos tiempos la marca sufrió un declive creativo y perdió su identidad. Se vuelve megalómana. Su talón de Aquiles es la ropa femenina. Por el contrario, la imagen de hombre es coherente, y el diseñador, José Luis Toribio, magnífico”.

Pese a todo, el cangrejo avanza. Hasta los rumores de la venta de Loewe, la legendaria firma española era la segunda marca de LVMH en la división de moda y cuero del grupo. Pero a Enrique Loewe Lynch, que vive “con pasión y gran ilusión” el desarrollo de la empresa, le angustia “no estar plenamente en la pomada”. Quien sí lo está es el consejero delegado, Ridgely Cinquegrana, un estadounidense de 42 años que apuesta por la expansión internacional de la empresa en mercados aún vetados, como el europeo y el americano. “Tras la adquisición de Loewe por el grupo LVMH, la firma vale hoy de un 30% a un 50% más. Ahora somos una marca mucho más dinámica, moderna y contemporánea”, asegura.

SENSUALIDAD
Sin embargo, la suma de una mala situación económica en Japón (el principal mercado, con 34 tiendas, por encima incluso del español, con 28), la depreciación del yen frente al dólar y el parón del turismo provocado por los atentados de EEUU han tenido un efecto directo en sus cuentas. En octubre pasado, las ventas bajaron un ii%. “La crisis nos ha hecho ponernos a la defensiva justo cuando nos preparábamos para el ataque”, reconoce Cinquegrana. El reto era posicionarse en EEUU –acaban de abrir tienda en Los Ángeles– y en Europa, donde, sin contar España, sólo hay siete establecimientos. Para hacer efectiva la expansión internacional, que incluye los pequeños mercados que acaban de abrirse en Corea y China, se contaba con una firma renovada, el doble de presupuesto en publicidad y un nuevo diseñador, el belga de origen español José Enrique Oña Selfa, que debutó el pasado 8 de marzo en la Semana Internacional de la Moda de París. “Él tiene la moda técnica y vanguardista de los diseñadores del norte de Europa y la sensualidad, la pasión y la feminidad del sur. Tras una década de minimalismo, esta combinación se echaba de menos en el mercado”, resume Cinquegrana.

“Yo hubiera preferido a Jesús del Pozo”, sugiere Fernando Aguirre, que fue jefe de producto de Loewe durante 27 años y ahora es director general de Ágatha Ruiz de la Prada. En su opinión, “la vuelta a las raíces, a la españolidad, es vital para que la empresa no pierda definitivamente su identidad. Esto no ha pasado con Gucci, Chanel o Hermès. Loewe no puede renunciar a su historia, pero Vuitton no se interesó por nuestra cultura, no la entendió, no la respetó. Prentendió hacer un Hermès español, pero hizo algo vanguardista al estilo Prada y lo fastidió. Por eso me fui”. Es consciente de que “hay marcas que pueden costar un siglo en hacerse y sólo dos años en perderse”. En esto coincide con su amigo Enrique Loewe Lynch, quien ha transmitido a sus tres hijas “el sueño de la perfección”, la misma aspiración de los artesanos, comerciantes y empresarios de Loewe en sus i56 años de historia. Aunque hoy es un abuelo feliz, Enrique reconoce sentirse “apenado” porque ningún descendiente está vinculado a la empresa. ¿Y si su único nieto llegara a casarse con una nieta de Arnault, el dueño de LVMH?, le preguntamos ante los rumores de venta. “¡Espero que no!”, contesta.














El más vendido
El bolso Amazona pertenece a la colección Ante Oro, creada por el diseñador Darío Rossi en 1974. “Es nuestro best-seller”, dice Eva Gallego, directora de la fábrica de Loewe en Getafe (Madrid), que emplea a 220 trabajadores. Cada día se producen aquí unos 25 “amazonas”. El tiempo invertido en cada uno es de dos horas y media aproximadamente. A lo largo de sus 28 años de historia, el clasicismo de este modelo –el más emblemático de la firma–, se ha adaptado a los nuevos tiempos, aunque su proceso de confección es básicamente el mismo.

Las pieles deben superar la pruebas de laboratorio, en las que se comprueba su comportamiento frente a la luz y la humedad, para garantizar su correcto envejecimiento, de lo contrario se rechazan. Las mejores pieles de ternera proceden de Francia y Alemania, y las de animales exóticos, que son criados en granjas, de Australia o EEUU. En cualquier caso, se compran curtidas. El controlador de calidad, Roberto Pérez, extiende un surtido de pieles exóticas. Las hay de serpiente pitón (mide 3,70 metros y está tintada en azul y negro), de cocodrilo (lijada con piedra ágata, de ahí su aspecto reluciente), de raya (carísima y dura como una roca), de avestruz (que procede de Sudáfrica y es la más resistente)... La de ante de ternera con la que se confecciona el Amazona procede de Lyon y se combina con otra de vaca, de tonalidad más oscura, procedente de Barcelona. De cada animal se obtienen sólo dos bolsos, ya que la tasa de desperdicio es muy elevada.

El proceso de elaboración comienza con el corte a troquel de la piel, una vez que el cortador comprueba que la pieza no tiene defectos. Primero extrae dos planos para confeccionar ambos lados del bolso, luego dos vistas de cremallera, más tarde una vista interior y por último un fondo para el bolsillo.

La segunda fase es el grabado del logotipo. Sobre un trozo de piel sujeto con escuadras, el operario aplica un sello de bronce incandescente con las cuatro “eles” de Loewe formando el característico “cangrejo” o el nombre completo de la firma, otro de los logotipos de la casa.

En el montaje se aplican los cuatro chapones que sostienen las asas y las vistas de cremallera o bandas. Las costureras cosen las distintas partes de piel y los operarios proceden al lujado de las asas. Tras barnizarlas, funden la pintura con calor y aplican de nuevo el tinte para disimular costuras. El capricho sale por unos 590 e (unas 98.000 pesetas).






Los más codiciados


Bolso Amazona. Fue creado por Darío Rossi con la idea de conseguir un bolso práctico y de gran capacidad para llevar a diario.En su momento modernizó el clasicismo de la línea Ante Oro, creada en 1974. Es el modelo más reconocible y fabricado de Loewe. Refinado y elegante, su modificación más espectacular a lo largo de estos 28 años ha sido la reducción del popular anagrama en forma de cangrejo. Con la suavización de su barroco diseño ha ganado en ligereza. Se presenta en dos tamaños: el más pequeño cuesta 990€  y el mayor 1200 y 1400 €
Corbatas. Complemento indispensable del “prêt à porter” masculino, las corbatas, fabricadas en seda natural, siempre tuvieron una marcada identidad española. El arte y la cultura patrios inspiraron también los motivos de los pañuelos diseñados en los 80 por Vicente Vela: arneses andaluces, cerámica de Manises, pinturas de Velázquez y de Goya... Este verano se presentan en tejidos de gran consistencia: twill, tanglione y jacquard. En sus estampados, el logotipo de la empresa y motivos florales, marítimos y abstractos.

Chaqueta Napa 7.000. La Napa 7.000 es la piel más representativa de Loewe. Muy apreciada en todo el mundo, se obtiene del cordero español y se utiliza tanto en prendas de vestir como en bolsos. Su tonalidad, brillo y tacto le confieren una sensualidad muy difícil de encontrar en otros materiales. La selección es rigurosa: hay que procesar una media de cien pieles para obtener tres de la calidad exigida por la firma. En 1979, el diseñador italiano Renzo Zengiaro aprovechó su ductilidad para crear sus bolsos “sin forma”. Precio:

Bolso Colección Barcelona. Diseñado por Pascal Pitou en 1988, destaca por su resistencia y funcionalidad. La consistencia se la proporciona la piel de vacuno, con un grabado muy exclusivo e identificable de Loewe que se inspira en el craquelado de la cerámica modernista catalana. El efecto cresta/valle le otorga un aspecto bicolor. Se trata de una piel gruesa y labrada con un acabado especial que la protege contra rasguños.

Esencia de Loewe. Dentro de la perfumería selectiva, Loewe es líder absoluto del mercado con unas ventas de 28,25 millones de € (4.700 millones de pesetas), según el ránking del European Forecast Asociation, el único del sector. Creada en 1987 y elaborada a partir de 200 notas olfativas, Esencia Loewe es la fragancia de lujo para hombre más vendida en España. Descripción olfativa: hespéride, afrutado, amaderado, ambarado. Con notas de salida cítricas, ligeras y frescas, y notas de cuerpo especiadas, aromáticas y afrutadas. .




Una revisión del Amazona con polémica en Twitter

Loewe ha presentado  su colección Oro del bolso más mítico de la marca, el Amazona, que lleva más de 35 años triunfando en el mundo. Aunque la forma de presentarlo ha eclipsado a la renovación del clásico.
El miércoles, la firma presentó un vídeo con jóvenes artistas, como las hermanas Cuesta (sobrinas de Ana Belén), el actor Martín Rivas (hijo de Manuel Rivas) o la hija de Verónica Forqué. En él hablan de asuntos mundanos y de lo que para ellos significa Loewe. Las críticas llegaron por ofrecer una imagen elitista y vacua y alejada de la mayoría de la juventud española, que vive un momento difícil. Twitter se incendió con etiquetas como #AcampadaLoewe.
Detrás de la colección Oro hay una revisión del bolso que nació en 1975, rejuvenecido con asas de colores y en marrón dorado. Realizado en piel de ternera de forma artesanal, lleva un candadito como seña de identidad. El precio es de 1.600 euros.
 


¿Quién lo lleva mejor?



Jennifer Lopez
Letizia Ortiz



 

Sienna Miller


Jennifer Lopez





Angelina Jolie

Leighton_Meester



Madonna
 







Kylie Minogue
Jessica Alba



Alessandra Ambrosio


Rosie Huntington-Whiteley
 













Sarah Jessica Parker
Demi Moore



Leighton Meester




Pippa Middleton


Patricia Conde




Olivia Wilde
                                                         
                               

                                                                    Victoria Beckham



Kate Moss


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